3 de marzo de 2010

Los derechos de las mujeres que defienden las feministas

Pido perdón por la foto con la que acompaño este artículo hoy. A algunos les molestará. No es mi intención hacer propaganda, sino mostrar con crudeza lo que se esconde detrás del supuesto feminismo, que a la postre no es más que un ataque a la religión católica, a la que se considera causa de la indefensión de las mujeres en el mundo.
Estos dÍas se está celebrando en Nueva York la sesión anual de la Comisión sobre la condición de la Mujer en la sede de las Naciones Unidas. Nuestra ministra de Igual-dá, mi amiga Bibiana Aído (que me escribe para acusar recibo de mis escritos de protesta con frases que recuerdan aquello de "¿De dónde vienes? Manzanas traigo") se ha ido allí a defender la llamada Declaración de Córdoba, que es un documento tan tendencioso que no hay por dónde cogerlo.
Sinceramente, si se dedicara a defender estas posturas a costa del dinero del partido, no pondría objeciones. Pero lo lamentable es que un planteamiento tan sectario se financie con los impuestos de todos los españoles.
La Declaración de Córdoba es el documento final del congreso denominado FEMININARIO, cuyo sugestivo título es “LOS DERECHOS DE LAS MUJERES SON DERECHOS HUMANOS" y que se celebró en la ciudad de los califas en noviemnbre del año pasado. Entre otras lindezas, para defender los derechos de las mujers, las 500 firmantes de este manifiesto afirman lo siguiente:
"Todos los avances que han permitido la extensión de derechos en nuestras sociedades han sido propiciados por la agenda de la igualdad impulsada por el movimiento feminista internacional", pero que "es clave también no perder de vista el movimiento de reacción que se ha producido frente a cada paso de avance".
¿Adivinan quién ha sido el reaccionario que ha frenado la extensión de derechos? El punto 1º de sus "decisiones" lo aclara:
"Que dado que perviven anacronismos conceptuales por parte de quienes se resisten al avance de los Derechos de las Mujeres. Dado que la plena ciudadanía se desarrolla en estados democráticos y no teocráticos, dado que ningún ordenamiento sagrado puede imponerse o modelar el ordenamiento legislativo, las mujeres pedimos que Naciones Unidas acabe con el privilegio de la Santa Sede de ser “Estado Observador Permanente No-Miembro” y limite el estatus que le otorga presencia en las conferencias mundiales con pleno derecho al voto y le permite tomar parte en las discusiones y decisiones de la Asamblea General y participar en agencias, comisiones y comités de las Naciones Unidas."
En las cuatro páginas de la declaración no hay ni una palabra sobre ayudas a la mujer para poder ser madre e impedir los impedimentos laborales y sociales que hoy se le imponen. Tan solo exigencias para que la mujer pueda gozar de su sexualidad sin verse abocada a tener hijos. Para las feministas radicales de este Femininario, los hijos y los maridos son una carga de la que las mujeres deben liberarse para poder ser ellas plenamente.
Se podrá ser creyente o no. Pero ignorar la labor que la Iglesia Católica ha realizado a lo largo de los siglos para defender los derechos humanos en general, y de la mujer en particular, es signo de ignorancia o de mala fe. ¿Por qué no hacen una declaración similar sobre los países islámicos, donde las mujeres gozan de una situación de sumisión evidente?

Esta es la doctrina que pretenden imponer a través de la escuela, como demuestran los primeros artículos de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva que acaban de aprobarnos.
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