15 de febrero de 2012

Bebé medicamento



Cuando en el año 2008 salió a los medios el caso de Javier Mariscal, el primer bebé medicamento, logrado en el Hospital Virgen del Rocío, participé en un debate televisivo con la Consejera de Sanidad andaluza, Mª Jesús Montero, en el que ella defendía el éxito de esta técnica y yo criticaba el ataque que suponía para la vida y dignidad del ser humano. “Embriones y obispos”, se titulaba aquel programa. Como la consejera iba por la parte de embriones, deduje que a mí me habían llamado por la parte de los obispos. Lo cual no dejó de preocuparme, por si pensaban que una persona casada y con hijos como yo podía ser un obispo de camuflaje… Y es que la visión dominante en nuestra sociedad es tan simple como esta: Cuando la Ciencia logra un avance que se traduce en el éxito de una técnica que permite crear una vida y salvar con ella otra, viene la Iglesia, retrógrada y opuesta al desarrollo científico, a imponer sus dogmas y criterios morales trasnochados, enviando al infierno a los científicos. Montero, que creo fue en su tiempo miembro de la HOAC, me echó en cara que usara el término “bebé medicamento”, porque suena denigrante para el bebé así creado. Desde entonces entendí que el término duele, porque refleja demasiado a las claras lo que se hace con ese ser indefenso. Así que me propuse que la batalla por este término no debíamos dejar que nos la ganaran también. Por eso me empeño en llamar a las cosas por su nombre, como lo que son, con la esperanza de que algunos reflexionen. Y sigo llamándoles “bebé medicamento”. Que me perdonen estas pobres criaturas.

Ya en su día expliqué que no es verdad que haya nacido un niño libre de la enfermedad gracias a la Ciencia: La Ciencia no ha curado a ese niño. Lo que ha hecho la Ciencia es estimular los ovarios de la madre para que produzcan varios óvulos. La Ciencia los ha extraído y los ha fecundado en el laboratorio con esperma del marido (este es más fácil de extraer que los óvulos…). Luego la Ciencia ha revisado al microscopio cada uno de los óvulos fecundados artificialmente, para ver cuántos de ellos comenzaban su desarrollo embrionario. Cuando los embriones han llegado al estadio de 8 células, la Ciencia les ha arrancado una célula a cada uno, y ha analizado su ADN. A partir de aquí, ha desechado a los embriones que tenían el mismo defecto genético que el hermano al que se quería curar, y también a aquello otros que, aún estando sanos, no eran 100% compatibles con él. Si ha habido suerte, y alguno de los embriones estaba sano y era compatible, la Ciencia le ha seleccionado y le ha colocado de nuevo en el útero de la madre, con la esperanza de que se implantara y creciera. La Ciencia no ha hecho nada más (y nada menos) que forzar algunos pasos naturales para poder seleccionar en base a criterios genéticos cuál de todos los embriones humanos tenía derecho a vivir. La Ciencia ha cerrado los ojos, y no ha querido pensar que un embrión es la fase inicial de una persona. Y que, por tanto, destruyendo embriones estaba destruyendo a otras personas. Por el simple hecho de estar enfermas. O de no ser compatibles para que su cuerpo pudiera servir como medicamento a su hermano.

Ahora el doctor Guillermo Antiñolo, responsable de aquel primer caso en el hospital Virgen del Rocío, ha logrado su segundo bebé medicamento en el mismo hospital. En esta ocasión es una niña, Estrella, que ha sido seleccionada genéticamente entre sus hermanos para tratar mediante el trasplante de las células madre de la sangre de su cordón umbilical a su hermano Antonio, enfermo de aplasia medular severa. Según explica el doctor Antiñolo, desde que en el 2006 se aprobó la posibilidad de realizar la selección genética de embriones (el llamado DGP, o diagnóstico genético preimplantatorio) le han aceptado los siete casos que ha propuesto a la Comisión Nacional de Reproducción Asistida, de los que han llegado a nacer solo estos dos.

El IVI de Valencia ha salido a la palestra para anunciar que ellos también han logrado dos bebés medicamento. Y que lo han logrado antes que este caso de Sevilla. En esta ocasión han sido dos niñas gemelas, Noah y Leire, que nacieron en Barcelona en marzo del 2011, engendradas para salvar a su hermano Izan, afectado de Adrenoleucodistrofia. Así que gracias al IVI, ahora Izan tiene a dos hermanas compatibles a su disposición, cuyas células se usarán para tratar de salvarle. Los responsables del IVI afirman que no le habían dado publicidad a su caso de éxito, porque todavía no era seguro que Izan se hubiese curado, ya que seguía el tratamiento. En este caso, el ciclo de selección genética para elegir al embrión que sería finalmente implantado se realizó en julio del 2010. Se consiguieron cinco embriones y de ellos, dos eran XY (varones) con herencia de la enfermedad que además no eran compatibles y tres eran XX (femeninos), siendo uno de ellos portador de la mutación y los otros dos normales en ambas copias del gen ABCD1. Uno de estos últimos era además HLA compatible y por tanto fue el que se transfirió y dio lugar a gestación. Con el tiempo, este embrión se dividió, y 9 meses después nacieron las gemelas que podrían salvar a su hermano Izan de 11 años. Así que para salvar a Izan tuvieron que morir otros cuatro hermanos, por unas u otras razones…

La Iglesia es contraria a la fecundación in vitro y a la selección genética de embriones. No porque lo prohíba la ley de Dios (que también) sino porque es contrario a la dignidad humana. Cualquiera que mire este tema sin prejuicios se dará cuenta de que no se puede defender una técnica que discrimina a seres humanos en función de su contenido genético. Aunque sean seres humanos en estadios iniciales de su desarrollo. El problema no es que sea pecado (que también). Porque eso solo debería afectar a los creyentes. Es que es una aberración que ataca directamente al respeto debido a la dignidad del ser humano. Y eso nos afecta a todos, creyentes, agnósticos y ateos.
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9 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo siento pero soy ateo y no me siento para nada identificado con las afectaciones a las que hace usted referencia. Considerar al blastocisto como un ser humano es lo mismo que hacerlo con el óvulo o el espermatozoide por separado. Algo así debía intuir el cura de mi pueblo, que nos corría a bastonazos cuando le confesábamos, equivocadamente, alguna pajilla. Ya entonces él entendía algo que nosotros, por nuestra cortedad de miras moral, espiritual y científica, no percibíamos:estabamos asesinando a millones de seres humanos en desarrollo. Eso si que eran homicidios a lo grande y no 4 o a 5como hacen hoy estos cientificuchos de tres al cuarto o estas feministas locas. Finalmente, todos estos esloganes sobre la dignidad... hace años ya, no vendría mal actualizarle, se publicó un artículo que desnudó las torpes y vacías de contenido advocaciones a la dignidad que hacen, casi siempre, los católicos en bioética médica. "La dignidad es un concepto inútil".

Agustín Losada dijo...

Querido anónimo ateo:

Es usted muy libre de creer o no creer en Dios. Allá usted. Pero en materia de Ciencia, por favor, no confunda un espermatozoide o un óvulo con un embrión humano. Un espermatozoide o un óvulo son parte del cuerpo de los que las producen, no un individuo nuevo. Son, por cierto, las dos únicas células humanas que tienen justamente la mitad de cromosomas, para permitir, seguramente por un capricho de la naturaleza, que al juntarse ambas se fundan sus núcleos en uno nuevo: Una nueva célula con exactamente 23 pares de cromosomas, los cuales son diferentes a los de los sujetos originarios del óvulo y el espermatozoide. Esto no es religión. No forma parte de los estudios eclesiásticos. Se llama Embriología, un capítulo de la Genética y la Biología. Y los que estudian embriología saben que esa nueva célula tiene una carga genética diferente de la de sus padres, y pertenece a la especie humana (como no podría ser de otra manera). Es la Ciencia, no la religión del cura de su pueblo, la que explica sin lugar a dudas que el embrión es un ser humano.

Respecto al desprecio que manifiesta usted hacia la dignidad humana, usted mismo. Pero tampoco es complicado llegar a comprender que una persona, cualquier persona, tiene un valor infinito por sí misma. Así lo recoge la Declaración de los Derechos Humanos, y es la base sobre la que se fundamenta nuestra convivencia.

Anónimo dijo...

Querido blogger católico: Me ha demostrado que sabe usted algo de meiosis y haploidía, sólo le faltó hablarme del agustino Mendel que demuestra que la religión es muy científica. En cualquier caso, su alarde no cambia en nada el foco del asunto: son células.Y no sé bien que libro de embriología ha estudiado usted pero ni Langman ni Moore ni Carlson, que algo estudiaron el asunto, hablan de "ser humano".Eso es un invento suyo. .. Si alguna vez encuentra algún libro o publicación decente en la que diga "ser humano" en lugar de "blastocisto" le ruego encarecidamente que me informe sin demora. Por otra parte, veo con inquietud que no se ha tomado la molestia de leer el artículo al que lo dirigí. Me extraña que un hombre con su apertura mental no lo haya hecho. Y lo siento. Si lo hubiera hecho, se hubiera ahorrado el papelón demagógico de acusarme de despreciar la dignidad humana. Hágase un favor, lea el artículo. Es más corto que muchas de las entradas de su blog y marcó un hito en la bioética estadounidense. Por cierto, allí encontrará, además de la referencia que me hace de la Declaración de lo derechos humanos que nada aporta a la bioética médica, muchas otras. Un saludo.

..A eso, con evidente ironía que usted no ha querido captar para poder hacer de maestro ciruelo,

Agustín Losada dijo...

Querido anónimo ateo:

Gracias por sus alabanzas. Le recuerdo que usted también es un conjunto de células. Y supongo que no por eso pensará usted que no es un ser humano...

He seguido su consejo y he leído el artículo que usted cita de Ruth Macklin. tengo que decirle que no aporta nada: Tras analizar lo que es la dignidad humana, termina afirmando, sin ninguna justificación, que ese concepto no sirve para nada, porque "no significa más que respeto para las personas o su autonomía". Incluso una conclusión tan simplista, es suficiente para entender que, en efecto, hay que respetar a las personas.

Si le parece, léase usted la sentencia del Tribunal Superior de justicia de la Unión Europea del 18 de octubre de 2011 (en el caso Brüstle o C-34/10) para entender algo más actual sobre la dignidad y el respeto debido al embrión humano.

Yo no le hablo con ironíoa

Anónimo dijo...

Querido blogger católico: a veces lo que uno extrae de las cosas es un reflejo de uno mismo. En modo alguno el artículo de Mackling simplifica el problema de la ética en medicina. En todo caso lo que hace es depejar de la discusión las advocaciones carentes de contenido que a menudo, especialmente abusando de palabras como "dignidad", se hacen cuando se pretende introducir como determinante la propia moralidad en el debate. Lo que dice Mackling es que no aporta nada hablar de dignidad en bioética médica. Lo que no impide que en otros temas el concepto de dignidad sea justo y útil.Y el resumen que usted ha hecho no es del final del artículo, es del copete. ¿No me estará usted engañando?...me decepcionaría mucho descubrir que sólo leyó las dos primeras líneas como hacen los malos lectores... En fin, ha sido interesante pasarme por su blog pero en esta última entrada ha evadido claramente el debate que interesa. Lo de las células, hombre claro que somos células, la diferencia está en la complejidad de organización: por eso no es lo mismo eliminar una bacteria que un delfín. Por eso no es lo mismo un blastocisto que un ser humano. Pero eso usted ya lo sabe y empiezo a tener la impresión de que polemizaremos por polemizar, lo que siempre, aunque a algunos les divierta, es una pérdida de tiempo. Además, no tenga duda, al final le ganaré. :) Un saludo.

Anónimo dijo...

Por cierto, un colega y buen amigo supernumerario del opus dei (hay que tener amigos hasta en el infierno...eh y con esto no quiero decir que el opus dei sea un infierno como manifiestan algunos de sus antiguos miembros: sólo es una frase hecha)que hace muchos años ya me prestó un libro. Se lo voy a recomendar con la certeza de que por filiación lo leerá con más atención que al artículo de Mackling. "El amor o la fuerza del sino" de G. Chesterton. Como bien sabrá, se trata de un brillante periodista y escritor cristiano ( como si Juan Manuel de Prada adelgazara 40 kilos y ganará 100 puntos de C.I y altura moral) Seguramente con el contenido del libro en general usted se encontrará mucho más identificado que yo, pero quiero destacar sobre todo un artículo "Una respuesta a Malthus". Allí, en esa crítica aguda que un cristiano conservador hace del nuevo régimen, encuentro yo los motivos para estar en contra del aborto. Porque, efectivamente, me opongo al aborto. No porque considere que 8 células constituyen un ser humano y que eliminarlas es obra y responsabilidad de asesinos e inmorales.Sino porque considero que los verdaderos asesino e inmorales son los que han pauperizado las relaciones familiares por el único interés y beneficio de sus indignos bolsillos. (Y ahora si que cabe hablar de dignidad según la entiende el que de verdad sabía del tema, Kant. "En el mundo de los fines todo tiene un precio o una dignidad: aquello que puede ser sustituido por algo equivalente tiene precio, lo que no puede ser sustituido y por lo tanto no tiene precio, eso tiene dignidad")

Anónimo dijo...

Ah, y en relación a la disputa entre Brustle y Greenpeace creo que usted hace una lectura interesada del fallo. Las definiciones legales que hace el fallo se orientan a impedir que el lucro de las patentes llegue a dirigir la investigación científica en una materia tan sensible como ésta. Es decir, es un triunfo de todos los que ven en las terapias con células madre una esperanza no vinculada a la prostitución que hace el mercado de todo lo que toca. No creerá que la entidad legal de "embrión humano" que se le da en el fallo al óvulo sin fecundar al igual que al óvulo fecundado o al blastocisto significa que el óvulo es un ser humano digno, susceptible de ser asesinado ¿no?

Agustín Losada dijo...

Querido Anónimo:
Tiene usted razón. Parece que usted lee de las cosas lo que le interesa. No le engaño. Me he leído el artículo que usted me ha recomendado, y me reafirmo en mi conclusión: Si para Macklin la dignidad humana no significa más que respeto para las personas o su autonomía, insisto en que, al menos siguiendo esta línea argumental, habría que respetar a las personas, cosa que no se hace al instrumentalizarlas (a los que nacen) y al no permitirlas nacer (a los embriones sobrantes).

Permítame qwue le corrija: Claro que no es lo mismo una bacteria que un delfín. porque son seres diferentes, pertencientes a entidades biológicas distintas. Por el contrario, un embrión es una persona humana, igual que lo es un recién nacido, un niño, un joven, un adulto o un anciano. Tos¡dos ellos, en etapas diferentes de desarrollo. Pero son siempre la misma persona. A pesar de que el bebé no sepa hablar, el adulto hable cuatro idiomas y el anciano tenga Alzheimer. El mismo individuo.

No polemizo por polemizar. Trato de argumentar copn razonamientos lógicos, que lo que usted dice es un absurdo. No lo hago por ganarle, ni por quedar encima. Simplemente, me parece tan obvio que trato de aportar luz al debate.

Sobre su cita de Chesterton, solo puedo decirle que, en efecto, me identifico con lo que dice.

Y finalmente, y para que no se quede usted molesto porque no le responda a todo lo que plantea, respecto a la sentencia del Tribunal de Justicia Europeo, le diré que lo importante de esa sentencia es que afirma sin lugar a dudas que el embrión humano pertenece a la especie humana, es una persona digna, y por tanto no puede ser utilizada para comercializar con parte de su cuerpo (como sería el caso de permitirse la patente de una terapia que utilizara células embrionarias).

marit dijo...

En estos tiempos,que pena nos da que la humanidad, se pierda por intereses cientificos, politicos, y sociales, con ideas que no hacen mas que crear un vacio entre los seres humanos, somos unicos seres en la fas de la tierra, con conocimiento y con conocimiento nos estamos destruyendo. La vida es lo mas maravilloso, que tenemos, soy medico y creo en jesus como mi suficiente y unico salvador, pero jamas dañar a nadie. Eres alguien desde la consepcion y el envejecimiento inicia desde la consepcion, solo hay que aplicar la etica, con conciencia, el hombre se hace ignorante en su propia ciencia porque se aferra, a algo que puede o no estar en la razon. que felicidad es tener a un hijo en tus brazos, pero si fueramos mas eticos tanto padres como medicos, deberiamos explicar ampliamente los procedimientos. Ruego a la vida, a dios por los que lo intentan, mas no asepto que al ser humano se le vea como un desecho....Se falta la hetica en todas sus expresiones. Bendiciones. Y a los ateos dios me los bendiga solo hay dos caminos.

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