Seguramente existen. Pero no se me ocurren ahora otras profesiones donde
se pueda uno dedicar tan claramente a una cosa y a su contraria como es el caso
de los ginecólogos. Algunos de ellos se dedican a hacer todo lo posible por
lograr que la mujer se quede embarazada. Así, se esfuerzan para ayudar a que
las mujeres que lo desean se queden embarazadas cueste lo que cueste. Y
violentan la naturaleza, fabricando un embrión en el laboratorio para luego
implantárselo a la mujer. Otros se dedican a todo lo contrario: Hacer todo lo
posible para que no tenga un embarazo. Es decir, asegurarse de que la mujer,
aunque mantenga “una vida sexual activa” (?) no se quede embarazada bajo ningún
concepto. Algunos llegan a solucionar los “embarazos no deseados” deshaciéndose
del “producto de la concepción”. En fin, como ven, una cosa y su contraria, sin
ningún tipo de reparo. Resulta sorprendente que sean capaces de estar todos
juntos en las reuniones de la SEGO (la sociedad científica que los engloba) y
no se peguen entre ellos. Porque claro, ¿cómo puede un ginecólogo que se empeña
en evitar embarazos ser amigo de otro que trata de lograrlos por todos los
medios? Normalmente el problema se origina por la inconsistencia entre los
deseos y la realidad. Es decir, que cuando es el tiempo más propicio para quedarse
embarazada, la mujer no quiere tener hijos. Y cuando ya no lo es, entonces es
cuando quiere tenerlos. Y como ahora ya tenemos la ciencia para ayudarnos a
cumplir nuestros deseos, ahí están los ginecólogos dispuestos a proporcionar
los apoyos científicos que sean necesarios.
Pues bien, aquellos ginecólogos que hacen todo lo posible para que la
mujer no se quede embarazada se agrupan en una asociación llamada SEC (Sociedad
Española de Contracepción). Tienen una bonita página web en la que explican quienes
son: “La Sociedad Española de Contracepción
es una sociedad científica, abierta a todos aquellos interesados en el ámbito
de la reproducción humana y cuyos fines son el asesoramiento, difusión,
promoción y estudio científico de los métodos anticonceptivos.” Valiente
contradicción, ya en la portada. La verdad, yo estoy muy interesado en el
ámbito de la reproducción humana. Y, como decía Groucho Marx (“jamás me haría socio de un club que me
admitiera como socio”) creo que jamás me haría miembro de una asociación
interesada en el ámbito de la reproducción humana cuyo objetivo es precisamente
tratar de impedirla… La filosofía de fondo se define muy bien en una página web
que patrocinan llamada “elijosexoconsalud.com”,
cuyo nombre ya lo dice todo: Se trata de desligar dos realidades que van
unidas: El ejercicio del acto sexual y la procreación que lleva pareja,
fomentando en los jóvenes una conducta sexual promiscua. En realidad, podríamos
decir que lo que promueve la SEC es la corrupción de menores. Ahora mismo están
buscando un lema para la campaña del 2012 que busca promover el “sexo con salud
entre los jóvenes”. Otro día tal vez tratemos más en detalle el manifiesto del
día mundial de la anticoncepción del 2011, que contiene principios tan absolutamente
lesivos para la dignidad humana como el siguiente: “Tienes que saber que tu sexualidad y tu reproducción, gracias a la
herencia desarrollada por el conocimiento humano, no tienen porqué estar
indefectiblemente unidas. Tú decides una y la otra, cuándo, cómo y con quién.”
Traigo este tema hoy a
colación porque la SEC ha presentado la semana pasada un estudio sociológico
elaborado por la prestigiosa agencia SIGMA 2 para analizar el uso
y opinión de la píldora postcoital (PDD). Ya es para sospechar que
patrocine el estudio la empresa que fabrica la PDD. Con tales antecedentes son
previsibles los resultados del estudio. Su presentación pública se hizo en
Madrid hace unos días, para resaltar los siguientes aspectos, que resumo
telegráficamente:
§
La PDD no es utilizada como método
anticonceptivo habitual, sino como método “de emergencia”, fundamentalmente
ante un problema ocurrido durante el coito con el uso del preservativo (es
decir, que siempre queda el remedio último de matar la vida que ya ha empezado
debido a un uso irresponsable del sexo).
§
El conocimiento que se tiene de la PDD proviene
de los medios de comunicación (no de canales médicos).
§
Ello no es óbice para que el canal de obtención
sea, fundamentalmente, la farmacia, seguido del centro de atención primaria y
el servicio de urgencia. El 90% de las mujeres no tuvo problemas para que le
dieran la píldora.
§
A la mitad de las entrevistadas no se les
informó de otros medios anticonceptivos cuando les dieron la PDD.
§
Un tercio de las entrevistadas considera la PDD
un método anticonceptivo habitual.
§
El 53.4% de ellas saben que es un método
abortivo. Un 36% piensa que no (aunque en el estudio se habla de “la creencia de
que es abortiva”…).
§
El 64,5% está a favor de la libre dispensación
de la PDD.
De modo que ya saben: La población española es madura, y no utiliza mal
la PDD. Sabe que es un “método anticonceptivo de emergencia”, y como tal lo
utiliza. Además, para confundir más a la opinión pública, en los datos sobre el
perfil de las usuarias de la PDD se dice que el 58% se declaran católicas, y
casi la mitad en situación de “conviviendo en pareja” (que supongo quiere decir
viviendo juntos, sin estar casados). Así pretenden dar la impresión de que su
uso es común, aún en contra de las indicaciones de la Iglesia, incluso entre
sus propios fieles.
La doctora de la Viuda, presidenta de la SEC, saca como conclusión que la
gente ha entendido que la PDD es una bomba hormonal, por lo que no hay problema
en su libre dispensación. Claro que sus opiniones hay que ponerlas en
cuarentena, porque para esta mujer, representante de los médicos que tratan de
impedir que la mujer se quede embarazada, la PDD no es abortiva, y solo impide
la fecundación. Si ella, que preside a la sociedad científica de los médicos
que deben saber de esto, dice semejante cosa, o es una incompetente o una
mentirosa. No se sabe qué es peor.
1 comentario:
Agustín, muy bien escrito; es necesario que sigamos diciendo la verdad, que la PDS tiene efecto postfecundación. Cerca de la mitad de los embarazos que "evita", lo hace impidiendo que un embrión llegue a implantarse, y por tanto, provocando su muerte.
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