13 de diciembre de 2009

Excomulgado

Hoy me meto donde no me llaman. En temas de la Iglesia. Ya me perdonarán mis lectores. Pero me hierve la sangre. El secretario general de la Conferencia Episcopal, Mons. Martínez Camino, acaba de decir algo obvio: Que el aborto no sólo no puede ser un derecho, sino que debería volver a considerarse como lo que es: Un delito. Y la progresía se le ha echado encima. Claro. ¿Qué tiene que decir la Iglesia sobre los delitos? Como le ha contestado la vicepresidenta de la Vega, los obispos están legitimados para participar en los «debates sociales» que crean pertinentes, pero la decisión de tipificar el Código Penal está en manos del Poder Legislativo. O sea, que los obispos pueden decir lo que les plazca. Pero a ver si ahora van a querer dictar qué es y qué no es delito...
Según mi parecer, la Conferencia Episcopal española está haciendo lo que tiene que hacer. Y su voz resuena mucho porque, por desgracia, otros muchos que deberían hablar están callados. El aborto es un atentado contra la Humanidad. por eso sigue (de momento) tipificado como delito en nuestro Código Penal. Aunque en tres circunstancias esté despenalizado. Pero sigue siendo un delito. Lo que se pretende ahora con esta reforma es que deje de ser un delito y pase a ser considerado un "derecho" de la mujer. Ante tamaña desfachatez, es lógico que llamemos a las cosas por su nombre, y digamos con claridad que eso es una aberración. Que matar a un ser humano, salvo en caso de legítima defensa, es un delito. Y debe seguir siéndolo. Además, uno de los más graves, en virtud de la ofensa que hace a la dignidad del ser humano, privándole de lo más valioso que tiene, que es su propia vida.
Me hace gracia que los católicos "disidentes" que hay en el PSOE, con José Bono a la cabeza, se escandalicen de que se les amenace con no poder comulgar por apoyar el aborto. Pero la Iglesia lo ha dicho muy claro. Hay muchos pecados posibles. La pederastia es tremenda. Los asesinatos realizados por dictadores, también. Cualquier pecado mortal impide al pecador la participación en los sacramentos, pues a dicho pecado añadiría otro mayor de sacrilegio, por ofender a la Misericordia de Dios. Pero uno de estos pecados, si se realiza de forma pública, como es la colaboración al aborto, lleva emparejada una pena de excomunión automática, sin necesidad de que haya una proclamación particular. Traigo aquí el mensaje de los Obispos tras la XCIV Asamblea Plenaria de la CEE. En su punto 3 dicen textualmente: "Según decía la Declaración de la Comisión Permanente, este Proyecto de Ley “constituye un serio retroceso respecto de la actual legislación despenalizadora, ya de por sí injusta”. Nadie que atienda a los imperativos de la recta razón puede aprobar ni dar su voto a este proyecto de ley. En particular, los católicos deben recordar que si lo hacen, se ponen a sí mismos públicamente en una situación objetiva de pecado y, mientras dure esta situación, no podrán ser admitidos a la Sagrada Comunión (Cf. Carta del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de junio de 2004, al Presidente de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos de América)." Pues ahora a Bono le ha entrado el fervor religioso y quiere comulgar... En la parroquia de su pueblo dicen que sólo le ven dos veces al año, pero ahora le ha entrado un súbito ataque místico. Bono dice que él tiene la conciencia muy tranquila por apoyar la Ley del Aborto y que no piensa pedir perdón como le exigen los prelados. Lo lleva crudo. Porque no solo es que no le esté permitido acercarse a comulgar, sino que además, por si quedaba alguna duda, y para que no pueda alegar ignorancia, se lo han recordado los propios obispos expresamente. No tiene el recurso de la excusa de decir que "yo no lo sabía". Lo malo es que los curas de su pueblo estén esperando a recibir una confirmación por escrito de su obispo, por si se acerca Bono a comulgar el domingo, para saber cómo actuar. Parece que estos curas son los únicos que no se han enterado. Hasta Bono se ha enterado. Pero ellos no. Pues que se hagan todos protestantes. Allí cada uno puede pensar como quiera. En la Iglesia Católica, no. Aquí la autoridad es del Papa y de los obispos en comunión con Él.
Y que me corrija si estoy equivocado y me lee algún sacerdote, más docto que yo en estos temas. A mí me parece muy obvio.
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2 comentarios:

Luchi dijo...

¡Muy bueno!, me ha encantado, las cosas son como son y en este tema no cabe la hipocresía.

Agustín Losada dijo...

Gracias, Luchi.
Hay mucho converso de última hora. A los mismos que no se arrodillan en la consagración, que si pueden se quedan a la puerta de las iglesias en las bodas y funerales (no sea que se les pegue algo si entran), y que si entran lo hacen porque no hay más remedio, de pronto les ha entrado un fervor religioso y se molestan porque se les diga que no, que así no pueden ser admitidos a comulgar. Yo creo que lo que deberían hacer es aprovechar ese súbito fervor místico y dirigirse inmediatamente al confesionario. A ver si el Espíritu Santo les ilumina...

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