25 de junio de 2009

Anteproyecto de Ley Orgánica de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo

Por la importancia del tema, me salgo marginalmente de la sangre de cordón, para compartir con ustedes una noticia del ámbito de la Bioética, con la que me encuentro especialmente sensibilizado. Les pido disculpas por la foto, pero es lo que hay. Esto es un aborto.

El Consejo Fiscal acaba de declarar que el anteproyecto de Ley Orgánica de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo impulsado por el Gobierno puede no ser constitucional.
Los puntos clave del Consejo, que se encuentra, como toda la sociedad, dividido en este tema, son los siguientes:
  • No parece constitucional que las menores de 16 años puedan abortar sin el consentimiento paterno.
  • No hay ninguna justificación para establecer en 14 semanas el plazo para poder abortar sin consecuencias.
  • Tampoco se entiende la justificación del límite de las 22 semanas para abortos terapéuticos.
  • La redacción que pretende despenalizar la conducta de la mujer en toda clase de aborto es confusa.

En el tema del aborto la clave está, como se aprecia fácilmente, en definir qué entendemos por ser humano, persona, hombre o individuo. A partir del momento en que consideremos el arranque de su existencia se inician sus derechos, empezando por el más primario y principal que es el derecho a su propia vida. La Ley prevé penas actualmente para aquellos que atentan contra la vida de otros, bien sea homicidio o asesinato. Si el embrión es una persona cabría aplicarle al que atente contra él las penas que el Código Civil establece en dichos casos. Ahora bien, si se considera que el embrión todavía no es una persona, entonces estamos legitimados para atacarlo impunemente (si bien se supone que lo haríamos buscando un bien mayor).
No obstante, la Ciencia no admite discusión: Desde el momento en que se juntan los núcleos de las dos células germinales progenitoras surge una nueva célula, el cigoto, con un código genético diferente del de sus padres y único entre todos los seres humanos. Tal es la complejidad del genoma humano y sus posibilidades de variación que resulta estadísticamente casi imposible que a lo largo de la Historia existan dos seres humanos con idéntico código genético. Dicho código, además, se mantendrá inalterado en todas y cada una de los 60 billones de células de esa persona durante toda su vida (a excepción de alguna mutación particular que se pudiera producir en alguna parte de su cuerpo). Esa primera célula, el embrión humano, contiene en sí el código genético de esa persona y las instrucciones para su desarrollo sin solución de continuidad desde ese momento inicial hasta su muerte. De hecho, nada ocurre durante el desarrollo del embrión significativamente importante como para poder separar una etapa de otra, o distinguir una fase sustancialmente de otra. Todas las fases del desarrollo están previstas desde el comienzo, desde el primer estadio que es el cigoto, punto de partida de la existencia de una persona humana. Para la Biología, un embrión representa la etapa inicial de la vida de un ser vivo. Por tanto, si hablamos de embriones humanos, nos referimos a vidas humanas en sus primeras etapas de desarrollo.

Mi amiga Bibiana, que por cierto no contesta más a mis cartas, tendrá que explicar por qué antes de la semana 14 sí es legal matar a una persona y después no. En qué fundamenta la distinción crítica de esas 14 semanas que permite que no sea un homicidio lo que después sí lo es.
Pero no soy un iluso: Me parece claro que lo que trata el gobierno es plantear a la sociedad cuestiones absurdas para medir el nivel de resistencia, y luego ceder en las más aberrantes (el aborto de las menores o la PDD sin receta). Se lograrían así dos objetivos: Pasar la ley con sus puntos clave intactos y dar apariencia de sensibilidad social, cediendo en puntos que son tan descarados que no admiten defensa.

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