Mechtild Harf, una mujer
alemana, fue diagnosticada de leucemia en 1990. En ese momento en Alemania
había solo 3.000 donantes de médula ósea. Su marido, Peter Harf, decidió crear
una fundación sin ánimo de lucro para buscar donantes, con la esperanza de que
alguno de ellos pudiera ser compatible con su mujer. Y si no lo lograba, que al
menos los enfermos de leucemia tuvieran en el futuro mejores expectativas. Así
surgió en 1991 DKMS (Deutsche Knochenmarkspenderdatei gemeinnützige
Gesellschaft, o “fundación sin ánimo de lucro alemana para la donación de
médula ósea”). En sus primeros años tuvieron financiación del Ministerio de
Sanidad alemán. Pero muy pronto tuvieron que buscarse sus propias fuentes de ingresos,
por lo que recurrieron a solicitar donativos a empresas y particulares. La multinacional
de cosmética Coty, de la que Peter Harf fue consejero delegado entre 1993 y
2001, colaboró activamente con DKMS, y aún lo sigue haciendo, organizando galas
benéficas para recaudar fondos. Hoy, veinte años después, la Fundación DKMS
está integrada en la BMDW
(el registro mundial de donantes de médula ósea) y tiene 2.6 millones de
donantes en sus listados (de los 13.6 millones que hay en todo el mundo),
siendo por tanto el mayor registro de donantes de médula ósea del mundo. Gracias
a DKMS 26.000 personas han conseguido un trasplante de médula, y cada año se
unen a su registro 250.000 donantes de médula nuevos. Por eso pueden
proporcionar doce donantes cada día para trasplantar con las células madre de
sus médulas a otros tantos enfermos que lo necesitan para sobrevivir. Un logro
importante de DKMS ha sido conseguir reducir el coste de las analíticas HLA
(algo parecido a la “matrícula” de la médula, imprescindible para conocer con
quién puede ser compatible): De los 600 € que costaba al principio, a tan solo 50
€. Además, la analítica se realiza con saliva recogida en un bastoncito, en
lugar de una muestra de sangre, como se hace en España.
Por supuesto, la búsqueda de donantes tiene un coste, como lo tiene el
tipaje HLA (aunque sea reducido, y cueste 6 veces menos que en España), y sobre
todo, la extracción y el transporte de la médula cuando se hace efectiva la
donación. DKMS realiza llamamientos a la población para que se hagan donantes.
Y a las personas que acuden a su llamada les piden que, además de apuntarse en
el registro, colaboren, si así lo desean, con el coste de 50 € que supone el
tipaje HLA de su muestra. No es obligatorio pagar para donar (¡sólo faltaría!),
pero si alguien es tan solidario como para ofrecer su médula a un tercero al
que tal vez nunca conozca, muchas veces no tiene inconveniente en colaborar
también económicamente con la fundación. Cuando su médula resulta ser
compatible con un enfermo en cualquier lugar del mundo, se llama al donante y,
tras confirmar de nuevo que sigue aceptando donar su médula, se le interna en
un hospital donde se realiza la extracción de la misma. Se trata de una
operación relativamente sencilla, pero que requiere de anestesia y estancia
hospitalaria durante un día. DKMS se hace cargo del coste de la extracción, de
la preparación de las células madre de la médula y de su envío al lugar del
mundo donde sean precisas para su trasplante. Y cobra, como es lógico, al
sistema sanitario del país receptor, una cantidad por esta labor. Es importante
aclarar que este procedimiento es exactamente igual, con independencia de la procedencia
de la médula ósea en todos los registros de donantes del mundo: Todos ellos cobran
al sistema sanitario del país receptor por los costes asociados a su labor.
En España, también por esas mismas fechas (1988), el tenor José Carreras
sufría una leucemia y se encontraba con el mismo problema de ausencia de suficientes
donantes en nuestro país. Por ello decidió crear también una fundación sin
ánimo de lucro con los mismos objetivos que DKMS. Gracias a un convenio con el
Ministerio de Sanidad Español, su fundación es la responsable del REDMO
(registro español de donantes de médula ósea), que recoge las donaciones
españolas de médula y sangre de cordón umbilical. La fundación fue creciendo,
gracias a las donaciones altruistas de muchas personas anónimas y al impulso
personal y económico de José Carreras, que dona a la misma las recaudaciones de
algunos de sus conciertos. Así han logrado tener hasta la fecha 86.361 donantes
de médula ósea, que se encuentran igualmente accesibles a nivel mundial a
través del BMDW. La fundación también se ha extendido por otros países, entre
ellos, Alemania (Deutsche José Carreras Leukämie Stiftung e.V.), sede de DKMS. Cuando
algún donante apuntado en el REDMO resulta compatible con un enfermo en
cualquier lugar del mundo, el proceso es exactamente el mismo: Se llama al individuo
y, tras confirmar que sigue aceptando ser donante, se le interna en un hospital
donde se realiza la extracción de la médula. La fundación Josep Carreras se
hace cargo del coste de la extracción, de la preparación de las células madre
de la médula y de su envío al lugar del mundo donde sean precisas para su
trasplante. Y cobra también al sistema sanitario del país receptor una cantidad
por esta labor. El precio es variable, en función de lo que ese país cobra
cuando el proceso es a la inversa. De manera que si Alemania cobra 14.000 € por
ceder una médula a España, nosotros cobramos lo mismo a Alemania cuando es al
revés.
Tenemos, por tanto, dos fundaciones sin ánimo de lucro, cuyo objetivo es
aumentar el número de donantes de médula ósea. Pero existen dos principales diferencias
entre ambas: Por un lado, el significativo número de donantes alemanes frente a
lo reducido del número español. Y en segundo lugar, el hecho de que DKMS pida una
colaboración económica a los donantes (voluntaria) mientras que la Fundación
Josep Carreras no lo quiere hacer. La primera diferencia se explica porque los
alemanes hacen campañas de sensibilización a la población apoyándose en casos
de enfermos concretos, como ha ocurrido en el caso reciente del enfermo de
Avilés: Presentan a un enfermo de leucemia, hacen un llamamiento a ser donante,
por si fueran compatibles y si finalmente no resultan compatibles con él, les
ofrecen la opción de ser donantes para cualquier otra persona. Esto roza la
legalidad en España, donde el RD
2070/1999 dice en su artículo 7.1:
“La promoción de la donación u obtención de órganos o tejidos humanos se realizará siempre de forma general y señalando su carácter voluntario, altruista y desinteresado”.
Y en su artículo 7.3:
“Se prohíbe la publicidad de la donación de órganos o tejidos en beneficio de personas concretas, o de centros sanitarios o instituciones determinadas.”
Pedir donantes para una persona en concreto podría ser
considerado contrario a la ley. Pero según este artículo también lo es pedirlos
para la Fundación Carreras o para DKMS. Además, la Fundación Josep Carreras
considera que esas campañas no son efectivas, porque si uno va a donar para una
persona en concreto es poco probable que sea compatible, y pasado el tiempo no
querrá donar para un tercero al que no conoce. La evidencia empírica demuestra
que no es así. Entre otras cosas, la mitad de los trasplantes de médula en
España se realizan con donantes procedentes de DKMS. Respecto al segundo punto,
es también claro que ambas fundaciones buscan sus modos de financiarse. DKMS
solicita la involucración del donante, también en lo económico. En España no se
hace así. Y es precisamente la ausencia de recursos la razón del reducido
número de donantes que hay en España, tal y como denuncia el propio director
del REDMO, el Dr. Enric Carreras. Por lo demás, en ambas fundaciones se respeta
escrupulosamente la base sobre la que se deben fundamentar los trasplantes: El altruismo,
la voluntariedad y la gratuidad: No cobra nada el donante de médula por ser
donante, ni paga nada el enfermo por ser trasplantado (si bien, como es lógico
hay que hacer frente a unos costes, que afronta el sistema sanitario). Y en
ambos países el sistema es accesible a todos, con independencia de su nivel
económico, en base a criterios objetivos de prioridad y eficiencia. ¿Por qué se
quiere frenar a la fundación alemana DKMS para que no capte donantes en España,
mientras la Fundación Josep Carreras sí lo puede hacer en Alemania? ¿Por qué
este empeño en presentar ante la opinión pública española a DKMS como una
empresa privada, que se lucran con la enfermedad ajena, y cuya presencia en
nuestro país amenaza con hacer añicos los cimientos del exitoso sistema español
de trasplantes?
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