16 de agosto de 2010

Ojalá que a usted no le pase...

Leo en la Wikipedia que el dicho meterse en camisa de once varas es una expresión coloquial que señala la poca conveniencia de complicarse la vida innecesariamente. Su origen se sitúa en la Edad Media, en la ceremonia de adopción de un niño, tomando los problemas que ésta conlleva por decisión propia. El padre debía meter al niño por la manga de una camisa grande hecha para la ocasión. Luego lo sacaba por la cabeza o el cuello de la prenda y el padre le daba un fuerte beso en la frente como prueba de la aceptación de la paternidad. En algunas regiones de Europa la ceremonia continúa vigente pero con la madre, con objeto de simular el parto. El dicho además refleja una exageración en las dimensiones de la camisa, la cual no podía medir once varas, ya que una vara vendría a ser unas treinta y tres pulgadas lo que equivale a unos ochenta y cuatro centímetros. Una camisa de once varas tendría, por tanto, 9 metros con 24 centímetros.

En mi caso, siento la obligación de explicar lo obvio. En una época en la que todos alaban los vestidos del desnudo rey, yo me complico la vida diciendo lo obvio, que el rey está desnudo y que alabar la calidad de sus vestidos es del género tonto. Y que la vida humana es valiosa en sí misma. Tanto, que nadie puede disponer de ella. Ni para su principio, ni para su final.  Por meterme en camisa de once varas, hay gente que me escribe diciendo que "ojalá a usted nunca le pase". Es la mentalidad dominante, en la que parece que todos estamos de acuerdo con unos principios. por ejemplo, que no está bien abortar. Pero si es tu hija la que se queda embarazada... O todos sabemos que no se debe matar a una persona, aunque sea anciana. Pero si está sufriendo... Entonces los principios ya no valen. Se aplica la excepción a la regla y se consiente lo inaceptable.
 
Es el relativismo de la sociedad en la que vivimos. No hay nada definitivo, porque siempre puede darse una circunstancia en la que los principios no valgan. Todo es relativo. Menos el principio que define la relatividad absoluta. Ese no es relativo. Imaginen ustedes un partido de fútbol en el que el árbitro aplicara sus criterios de lo que es o no es fuera de juego, en base a valoraciones personales. "Normalmente, esta jugada sería fuera de juego. Pero en este caso, dadas las circunstancias, no se puede exigir que los jugadores estén pendientes al milímetro de dónde se encuentra el balón. Además, la jugada no ha afectado al resultado del partido, y ha impedido que el público se violentase más. Bla, bla, bla..." ¿Sería posible jugar al fútbol sin reglas fijas? Tampoco es posible vivir sin principios morales claros y universalmente aceptados.

Por eso, ojalá que no me pase. Y que si me pasa, no retuerza los principios para hacerlos parecer lo que a mí me convenga. Eso no es respeto a la dignidad humana, sino egoísmo puro y duro.

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