El Servicio Andaluz de Salud acaba de hacer públicos los datos de donaciones de cordón umbilical del año pasado. Según afirman ellos mismos, 9.149 mujeres eligieron guardar la sangre del cordón umbilical de sus hijos. Esto representa casi un 12% de todos los partos, colocando a Andalucía en un muy buen nivel de recogida de SCU. Hay que señalar que Andalucía ha sido pionera en regular la actividad de las empresas que procesan y almacenan la sangre de cordón umbilical, con un convenio que clarifica las obligaciones tanto de las maternidades como de los bancos. Mientras otras comunidades aún siguen dándole vueltas a cómo facilitar la recogida privada a las madres que dan a luz en hospitales públicos, Andalucía lleva casi dos años facilitando este servicio a sus pacientes.
De entre las recogidas de SCU, casi un 16% fueron para depósitos privados (1.473), mientras que el resto fueron donaciones al banco público de Málaga. Dicho banco, dirigido por Isidro Prat, recibe muchos más cordones de los que puede almacenar (no por capacidad, sino por razones de coste). Y ello, aunque pareciera una mala noticia, no lo es, porque permite de esa manera poder seleccionar entre los cordones donados, los mejores. Aunque no han dado datos de cuántos de estos cordones donados se han conservado efectivamente, deben ser menos de un 20%. De lo contrario, el banco de Málaga habría duplicado su volumen en un año, lo cual no es razonable.
Lo que sí me ha llamado la atención es leer que la consejera de Sanidad, Mª Jesús Montero, con la que coincidí hace un tiempo en un debate televisivo sobre curación con embriones, ha aprovechado la oportunidad de la comunicación de estos datos para insistir en el machacón mensaje oficial de que "guardar la SCU para uso autólogo es inútil". Y no es que sea mentira, sino una media verdad, dicha con intención de confundir. Lo cual, en mi opinión, es incluso peor. Es verdad que si una persona sufre una enfermedad genética, evidentemente las células madre de su cordón umbilical tendrán la misma alteración en los genes, por lo que no servirán para usarse en un trasplante. Pero quienes optan por un banco familiar para conservar la SCU de sus hijos lo hacen pensando en la posibilidad de que esas células puedan servir para tratar a otro hermano que pudiera sufrir en el futuro una enfermedad del ámbito hematológico, o incluso, en la posibilidad para el futuro de usar esas células en tratamientos que la medicina regenerativa y la terapia celular pudieran llegar a ofrecer. Sorprende especialmente que denigre el depósito familiar de la sangre de cordón una persona que se jacta de haber liderado la consecución del primer bebé medicamento en España, creado precisamente para utilizar la sangre de su cordón umbilical con objeto de curar a su hermano de una beta talasemia major. Tal vez se le haya olvidado a la Consejera, pero, dejando a un lado el debate ético sobre la moralidad de crear seres humanos seleccionados genéticamente con las características precisas para servir de medicamento a otro ser humano, la realidad es que lo que ella fomentó con ese bebé medicamento es precisamente lo que los padres que conservan la sangre de cordón de sus hijos en bancos familiares quieren poder hacer si les llega a tocar a ellos la desgracia de algún hijo enfermo.
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