9 de diciembre de 2009

Eutanasia: Coherencia y demagogia. Aminatu y Eluana


Incongruencias Eso es lo que reflejan las palabras de Pepiño Blanco respecto a la situación de la activista Saharaui Aminatu Haidar, que lleva camino de un mes en huelga de hambre esperando que Marruecos ceda y que España interceda.

 
Dejando a un lado el bochorno diplomático en el que nos hemos metido por la falta de firmeza de nuestros políticos, con su estrategia pusilánime de no molestar a nadie, ahora resulta que cuando esta mujer está en peligro de muerte por negarse a recibir alimentos, sale Blanco y dice que “no podemos dejar que Haidar se muera por falta de alimentación”. A este católico de pro le sale la vena solidaria y compasiva. Y siente la necesidad de decirle a Aminatu si tiene o no derecho a morirse. Para ser correctos, también en el PP han dicho lo mismo. El coordinador de Presidencia y Relaciones Internacionales del PP, Jorge Moragas, ha dicho hoy que "la vida de Aminetu es patrimonio de todos los que estamos comprometidos con los Derechos Humanos y por eso nosotros defendemos su vida" Y yo me pregunto, aún a riesgo de no ser políticamente correcto, ¿a santo de qué no podemos dejar que se muera? Que yo sepa, ella es plenamente consciente y ha elegido libremente negarse a ser alimentada. Esto es lo que se llama “autonomía del paciente”, que consagra nuestra legislación en la ley 41/2002 básica reguladora de la autonomía del paciente. Según esta ley, en sus artículos 2.3 y 2.4, "El paciente o usuario tiene derecho a decidir libremente, después de recibir la información adecuada, entre las opciones clínicas disponibles. Todo paciente o usuario tiene derecho a negarse al tratamiento, excepto en los casos determinados en la ley." A mí me parece que esto es exactamente lo que está ocurriendo. Aminatu ha firmado por escrito, y ante notario, que no desea ser alimentada. Y ha renunciado todo tipo de asistencia médica. Sin embargo, según parece, en este caso no se puede permitir que una persona que, en aras de unos ideales, está dispuesta a entregar su vida si es preciso, muera. Y por más que lo pienso, sigo sin comprender la diferencia con los casos de los enfermos que también piden que se acabe con su vida.

 
Hay algunos antecedentes de forzar la alimentación de una persona en huelga de hambre. En 1990, con motivo del amparo presentado por varios presos del Grapo que, en huelga de hambre para exigir cambios en sus condiciones carcelarias, habían sido alimentados contra su propia voluntad, el Tribunal Constitucional confirmó tal decisión (la de alimentarlos en contra de su voiluntad) como conforme a la ley. Pero los hechos eran entonces muy distintos: Primero, porque, según el propio tribunal, los huelguistas perseguían un objetivo no amparado por la ley y no un fin lícito (?), como sucede con Haidar; y además porque, también a diferencia de lo que ahora acontece, los presos estaban tutelados por la Administración penitenciaria (y ahora, por las aeropuertarias, que casi suena igual). Según dijo en su día el TC, «la decisión de quien asume el riesgo de morir en un acto de voluntad que solo a él le afecte» constituye un supuesto en el que «podría sostenerse la ilicitud de la asistencia médica obligatoria».

Como defienden los partidarios de la eutanasia (copo literalmente de uno de los blogs pro-eutanasia), “El derecho a la vida no debe confundirse como la obligación de vivir. Creo que sería interesante redefinir el derecho a la vida en la Constitución (o cuanto menos despenalizar la eutanasia), de modo que quien quiera, a título particular, pueda finalizar su vida mediante un procedimiento que ofrezca suficientes garantías legales (dado que se trata de una decisión IRREVERSIBLE), bajo supervisión médica y en un entorno adecuado”. Estos son los criterios que se aplican a casos como el de la italiana Eluana Englaro, a la que se dejó morir desconectándola de la máquina que la proporcionaba el soporte vital. Pero en sentido estricto, los defensores de la eutanasia deberían aplicarlos igualmente en el caso de la activista saharaui.
Por supuesto, no pongo ambos casos en igualdad, pues no la tienen. Pero si Aminatu llegara a quedar inconsciente, fruto de su negativa a ingerir alimentos, ¿sería lícito alimentarla artificialmente para mantenerla viva, aún en contra de su voluntad? Desde mi punto de vista sí, igual que no se debería aceptar el deseo de acabar con su vida de un enfermo. La vida es el bien superior, cuya dignidad es tan grande que nada se le puede oponer. Por tanto, el argumento de los defensores de Aminatu es exactamente el mismo que se debe utilizar en el caso de eutanasia. Por la misma razón que no podemos permitir que nadie muera por falta de alimentación, no se debería haber desconectado a Eluana. Esto se llama coherencia. Lo de Pepiño, demagogia. Su ataque de humanidad se debe exclusivamente a que la muerte de esta activista provocaría un conflicto diplomático con Marruecos. Como ya avanzó en el 2008, antes del 37 Congreso del PSOE, "el Partido Socialista abrirá en el Congreso un debate sobre la eutanasia con todas sus consecuencias", como así ha sido. Para que no se me acuse de demagógico, cito algunas de sus frases sobre el asunto: 
  • Acontecimientos que han pasado en nuestro país ayudaron a madurar. Incluso algunos acontecimientos cinematográficos: la película Mar adentro convulsionó a la sociedad. Hay que dar respuestas.
  • Los avances sociales no pueden ser frenados por posiciones retrógradas.
  • El ciudadano debe tener derecho a una muerte digna, en esa dirección vamos a trabajar.
Y para que no haya lugar a confusiones, manifiesto mi postura favorable a impedir el suicidio de Aminatu. Es decir, que estoy a favor de que, llegado el caso, se la alimente en contra de su voluntad para impedir su muerte. Creo que es lo que exige el sentido común y la citada ley de de autonomía del paciente, que refiere en su artículo 11.3: "No serán aplicadas las instrucciones previas contrarias al ordenamiento jurídico, a la lex artis..." por esta razón no se puede atender la petición de suicidio (o eutanasia), que serían claramente equiparables.
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