Estos días hemos
conocido el caso de una estafa a gran escala en la zona del Levante español
referente a las células madre de la sangre del cordón (SCU): Un desalmado,
antiguo comercial de una empresa del sector, decide montar el negocio por su
cuenta y realiza contratos falsos con padres que quieren conservar la SCU de
sus hijos al nacer, a los que promete enviarla a un banco en Alemania para que
sea allí procesada y conservada. Pero en lugar de enviar la SCU tras recogerla
después del parto, parece ser que la tira o la manada a otro banco diferente en
otro país. Este extremo no está claro todavía, porque a estas alturas la
policía continúa sus pesquisas. Lo que sí está claro es que las muestras no
llegaban a donde se prometía. El individuo en cuestión había trabajado de
comercial en la zona de Valencia, Alicante y Murcia para una empresa palentina,
Stem Cell, que actúa de intermediario entre los padres y un banco de SCU en
Alemania (Medizinische Laboratorien Bonn), a donde enviaban las unidades que
recogía de las incautas familias que confiaban en él. La empresa empezó a
sospechar de su comercial cuando vio que no llegaban a ser procesadas todas las
unidades que supuestamente estaba contratando. Y es que al parecer, el tipo en
cuestión había montado una red paralela, con dos páginas web muy atractivas:
Instituto Celular y Representaciones Biomédicas de Levante. A través de esas
páginas atraía a las familias que terminaban contratando sus servicios,
pensando de este modo en conservar un seguro biológico para su bebé. Hoy, ambas
páginas están desactivadas.
Pero la principal fuente de captación de clientes eran los ginecólogos, a
los que tenía engañados con sus supuestas empresas, y a los que pagaba una
cantidad muy importante a cambio de que estos le recomendaran entre sus
pacientes. Este es el punto crítico de un sistema sanitario que funciona mal y
se presta a abusos por todas partes, aprovechándose de la buena fe de las
personas. Los ginecólogos son los primeros implicados, pues ellos son los que
comprometen su prestigio al recomendar un banco que les remunera muy
jugosamente. Piénsese que en algunos casos los ginecólogos pueden llegar a
cobrar hasta 600 € por recoger la SCU. Cantidad que a veces supera lo que
cobran del seguro médico correspondiente, por un acto infinitamente más
sencillo que atender un parto. Pero, ¿cuál es el origen de esta estafa?
El punto de partida es la sangre de cordón, una fuente muy rica de
células madre, que al contrario de las embrionarias (las cuales requieren la
destrucción del embrión para su utilización) no plantea ningún problema ético,
puesto que de no utilizarse, sería un material biológico de desecho. La sangre
de cordón contiene células progenitoras de la sangre, que pueden ayudar a personas
con enfermedades de ámbito hematológico. Conservarlas privadamente puede
suponer una alternativa terapéutica clave en el caso de que un hermano
compatible sea susceptible de trasplante. Incluso en el trasplante autólogo,
siempre que la enfermedad no sea genética, tendría mucha utilidad. También
estas células son muy interesantes para la medicina regenerativa, que es la
medicina del futuro. Disponer de estas células posibilitará al niño el día de
mañana acceder a tratamientos que las utilizan como material de base.
Siendo esto es así, ¿por qué no todo el mundo guarda la SCU de sus hijos?
En primer lugar, por desconocimiento: No todos son conscientes de la ventaja de
conservar este tesoro biológico y las oportunidades que están dando con ello a
sus hijos. Y en segundo lugar por precio: Se trata de un servicio relativamente
caro (unos 2.000 € por conservar las células durante 20 años), aunque la salud
no tiene precio, si se llegan a necesitar. Además, en España tenemos la mayor
red mundial de bancos públicos de SCU, que almacenan unas 53.000 unidades hasta
la fecha. Esto supone una gran garantía de éxito en trasplantes, puesto que la
estrategia nacional pasa por disponer de 60.000 unidades, con las que
tendríamos cubiertas las necesidades de trasplante del 90% de la población
nacional. Podemos estar satisfechos de la gran labor que la ONT ha hecho en
este campo.
No obstante, también hay puntos de oscuridad, que son precisamente los
que han propiciado que surjan casos de estafa como el ya citado. Y es que la
ley que regula, entre otras cosas el funcionamiento de los bancos privados de
SCU es el RD 1301/2006. Un decreto que la ONT tenía listo para publicar
prohibiendo en él la existencia de bancos privados de SCU, como ya ocurre en Francia.
El oportuno nacimiento de la Infanta Leonor y el anuncio del Príncipe de que
habían conservado las células madre de su cordón fue el detonante de la demanda
de este servicio, hasta entonces prácticamente desconocido en España. La ONT
tuvo que amañar el RD que ya estaba listo para su publicación, introduciendo con
calzador la posibilidad de existencia de bancos privados de SCU, siempre que
las unidades en ellos depositadas se pusieran a disposición universal. Aceptando
su existencia como inevitable, se trataba de limitar el desarrollo de los
bancos privados. Para ello se recurrió al oxímoron de denominar al depósito
privado “donación autóloga”. Como si alguien se pudiera donar algo propio a sí
mismo. Pero de este modo se hacía recaer sobre los depósitos privados los
mismos requisitos que a las donaciones para un tercero. Y a cambio se creaba
una figura absurda, cual es la de la obligación de donación. Ya se puede
entender que obligar a donar no parece ser la mejor manera de respetar la
dignidad humana. Entre otras cosas, está prohibido en el mismo RD 1301/2006
cuando señala que “la donación de células
y tejidos será, en todo caso, voluntaria
y altruista” (art. 3.1). Pero se caía en el contrasentido de obligar a
la puesta a disposición de terceros de las muestras conservadas privadamente
(art. 27). Además se permitía el traslado de la sangre para procesar en Europa,
siempre que se hiciera en un banco autorizado en su país. Es esta última
triquiñuela la que han aprovechado muchos para lanzar un servicio con el nombre
de “banco” de células madre, cuando en realidad se trata de meros brókeres
logísticos, intermediarios entre la familia y el banco extranjero con el que
tienen el acuerdo de procesamiento. Solo existe en España una empresa en estos
momentos que tenga laboratorio propio en nuestro país y ofrezca el
procesamiento y conservación de la SCU en nuestro territorio. El resto son
todos meros intermediarios logísticos. Esto es lo que ha facilitado el fraude,
pues la actividad de tales empresas (autodenominadas “banco de SCU”) escapa del
control de las autoridades sanitarias españolas. Las familias y los ginecólogos
harían bien en decidir en qué banco conservar la sangre del cordón buscando
aspectos de calidad y garantía que nunca puede ofrecer un intermediario
logístico.
1 comentario:
Great!
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