28 de mayo de 2010

La vida está supeditada a la libertad (visión no-religiosa de la etuanasia)

El presidente de la Asociación Derecho a Morir Dignamente de Madrid, Fernando Marín, que es el ser humano de la foto, se defiende en el caso reciente en que aplicó sedación terminal a una mujer hasta su muerte, escribiendo lo siguiente en su blog. Me parece un párrafo bastante revelador de su pensamiento sobre el tema, y de cómo para él la vida no vale nada:
"En el debate de la eutanasia o el suicidio asistido la cuestión fundamental no es la intervención del médico, sino quién es el titular de la vida, o sea si se le puede obligar a un enfermo avanzado o terminal a vivir en contra de su voluntad. La respuesta es no: la eutanasia y el suicidio asistido existen, clandestinamente al no estar regulados (si nadie deseara morir, si no existiera la eutanasia y la demanda social de regularla ¿De qué estamos hablando?).
La vida no es sagrada, ahora más que nunca, está supeditada a la libertad, un derecho fundamental por encima de todos los demás. La ley establece que en el contexto de enfermedad avanzada la vida es disponible cuando depende de un tratamiento que el paciente puede rechazar (como hizo Inmaculada Echevarría). La consideración del profesional sobre la utilidad del tratamiento o su proporcionalidad está supeditada a la voluntad del enfermo. Mientras respete la ley, no importa que piense que es un cuidado básico que nadie debería rechazar. No existe evidencia (no hay datos) de que la alimentación / hidratación mejore la vida de los enfermos avanzados (si así fuera ¿por qué no mueren todos los enfermos con un tubo en la nariz?). Ninguna autoridad en medicina defiende la doctrina de que la alimentación por sonda es un cuidado imprescindible (ver el comentario sobre estado vegetativo persistente o la toma de decisiones en la demencia avanzada). Pero esta es la doctrina vaticana, que llama asesino al padre de Eluana Englaro por retirarle la sonda. El fundamentalismo cristiano supedita la ley a su moral particular (el aborto es el paradigma), que pretende imponer a toda la sociedad (igual que algunos en este blog, que en lugar de delitos, deberían hablar de pecados). No lo consiguen. Para su disgusto la sociedad es plural (relativismo, le llaman), pero crean confusión. El conflicto de la alimentación hidratación artificial es el resultado de tratar de imponer una creencia personal (la vida es sagrada)y/o una falacia (sin sNG o PEG el paciente morirá de hambre y de sed) a un paciente -o su familia cuando le representa- que desea ejercer su derecho a decidir hasta dónde está dispuesto a llegar (rechazo de tratamiento). Las creencias no son objetivos profesionales, es un error grave confundirlos. La finalidad de la medicina en el siglo XXI no es prolongar la vida de los enfermos, sino mejorarla, ayudando a los ciudadanos a morir en paz. Esto nada tiene que ver con sondar contra su voluntad a los enfermos avanzados o terminales. Es una falta de respeto que destroza la relación médico paciente."
Lo traigo a mi blog para que no se pierda en la cadena de comentarios de un post de un blog, y porque me parece revelador del pensamiento de quien defiende una supuesta "muerte digna". Yo le he contestado lo siguiente:
Fernando:
Me parece muy interesante su idea de que “en el debate de la eutanasia o el suicidio asistido la cuestión fundamental no es la intervención del médico, sino quién es el titular de la vida”. Porque en efecto, es muy importante entender quién es titular de la vida. Pero también lo es entender el papel del médico en todo esto. Yo acepto el principio de autonomía, que es básico en bioética: El médico es el que sabe lo que es mejor para mí, pero nadie puede imponerme un tratamiento que no quiero. Soy autónomo. Para poder ejercer mi derecho a la autonomía necesito tener un conocimiento suficientemente informado, conforme a mi capacidad de entendimiento, que me permita tomar una decisión sobre mí mismo. Lo contrario es un abuso de la posición de dominio del médico sobre el paciente. El principio de beneficencia no debe imponerse al de autonomía, en contra del paciente. Además, en el tema que nos ocupa, muchas veces es fundamental el papel del médico, por lo que no puede dejarse de lado la importancia que tiene. Discrepo radicalmente con usted cuando dice que “la vida no es sagrada, ahora más que nunca, está supeditada a la libertad, un derecho fundamental por encima de todos los demás”. Está usted fatalmente equivocado, como nuestro presidente cuando dice que “la libertad nos hará verdaderos”. La libertad es un valor muy importante. Pero para poder ser libre primero hay que ser un ser humano (los animales no son libres) y estar vivo (los muertos tampoco tienen libertad). En el caso del suicidio, parece lo más natural que la gente trate de convencer al suicida de que no se mate, en vez de ayudarle a dar el paso al vacío para matarse. Yo no diría que cuando la gente intenta evitar que una persona se suicide lo hace por motivos religiosos, o porque piensen que el suicida se va a condenar eternamente en el infierno por su pecado. Es que el sentimiento de defensa de la vida surge de nuestra propia humanidad, que entiende que la vida humana es el valor más sagrado, muy por encima de la libertad. Esto no tiene nada que ver con “el fundamentalismo cristiano”, que según usted, la doctrina vaticana (?) quiere imponer a la sociedad. Estamos hablando de los valores más profundamente enraizados de la gente.
Su planteamiento, además, tiene un error de base: Cuando alguien quiere suicidarse y puede (tiene capacidad para hacerlo), sencillamente se suicida y no involucra en su decisión a nadie más. Pero cuando un enfermo pide a un médico que acabe con su vida, que le ayude a suicidarse, está exigiendo de otra persona algo a lo que no tiene derecho: Nadie puede ser obligado a matar a otra persona.
Me parece que su problema es que confunde aliviar el sufrimiento con provocar la muerte. Cuando el médico hace lo segundo en vez de lo primero tiene más que “una falta de respeto que destroza la relación médico paciente”: Se convierte en un verdugo. Y a estas alturas del siglo XXI, eso está muy feo.
Se despide atentamente
Agustín Losada
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1 comentario:

Agustín Losada dijo...

Por cierto, mi respuesta fue censurada del blog del señor Morín. Se ve que los defensores de la libertad también le ponen algunos límites, al menos cuando los demás desenmascaran sus falsos argumentos.
A lo mejor cuando hablan de "libertad" se refieren a la suya propia, sin tener en cuenta la de los demás.

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