24 de febrero de 2010

Se aprobó el aborto en el Senado

Ayer escuché al presidente del gobierno decir con contundencia en Ginebra: "Nuestro éxito será el éxito de los Derechos Humanos, el éxito de la dignidad de las personas, de la protección del vida y el éxito de los Estados que respeten hasta el último instante la vida de todos y cada uno de sus conciudadanos. Nadie tiene derecho a arrebatar la vida a otro ser humano, absolutamente nadie". Lo decía con tal convicción que me he asustado: ¿Por fin ZP se ha dado cuenta de la salvajada que es el aborto y se ha decidido a oponerse a su aprobación? Por un momento pensé que era su intervención en el Senado, convencido finalmente de que no se podía seguir adelante con su propuesta de ley del aborto. Pero no. Parece que se refería a Zapata, el disidente cubano muerto tras más de 80 días en huelga de hambre. Y lo hacía en un congreso internacional contra la pena de muerte. ¡Qué macabra coincidencia! El mismo día en que ZP se deshacía en defensa de la vida humana en Ginebra, el Senado ha aprobado la ley que convierte su destrucción impune, el aborto, en un derecho por 132 votos a favor (PSOE, Entesa, tres senadores de CiU, PNV, BNG, el representante del PSM-EN, dos senadores independientes de Navarra e Ibiza y uno de Coalición Canaria), 126 en contra (PP, tres parlamentarios de CiU y la representante de UPN, el del Partido Aragonés y otro de Coalición Canaria), y una abstención (CiU). Sorprendente que una senadora del PP, María Jesús Sainz García, se haya equivocado y haya votado a favor. ¿Es tan difícil elegir cuál es el botón, sobre todo en un tema tan vital? Sólo un senador socialista, Diego García Caro, que se pronunció igual que el resto de su grupo respecto a todas las enmiendas, no votó el texto final de la ley.
La nueva ley permite abortar libremente en las 14 primeras semanas de gestación y hasta la 22 cuando se detecten graves peligros para la salud de la madre o malformaciones en el feto. Será dentro de 4 meses cuando España tenga el dudoso honor de ser el país del mundo con una ley abortista más radical y menos respetuosa (si es que se pueden hacer gradaciones) con la vida del nasciturus.
Es especialmente doloroso que diputados de partidos de supuesta inspiración católica, como CiU y el PNV, se hayan doblegado a promesas económicas para aprobar con sus votos la ley más indigna para la humanidad, sólo comparable con las atrocidades consentidas en su día por el régimen de Hitler.
No puedo escribir más. Hoy no puedo. Sólo espero que los acomplejados de tantos foros, que miden tanto sus estrategias para acertar en las fechas y los mensajes de las manifestaciones se dejen de pamplinas y se decidan a apoyar con todas sus fuerzas la manifestación del próximo día 7 de marzo. A ver si el gobierno se de cuenta de que tiene a una gran mayoría de la sociedad en contra y recapacita.
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